lunes, 29 de febrero de 2016

Sociedades machistas




1.
La tribu de los Satrahyà tiene una vasta historia de guerras y conflictos a lo largo de su existencia, que deja evidenciado su carácter belicoso así como también sus excelentes dotes para la estrategia y las políticas disuasorias. Sus mitos adoptan centenares de deidades que, al igual que las filosofías orientales, no hacen una clara división entre el bien y el mal, sino que se remiten a explicar el equilibrio cósmico derivado de las tensiones entre las fuerzas opuestas del universo. Pero ese no es tema de conversación en este tipo de foros, así que creo más conveniente revisar quizás uno de los aspectos más notorios de esta sociedad: su fuerte condición machista.

A partir del año 1258-según algunos historiadores-, comenzó su reinado Juhba Radvesha, y con él se inicio una nueva época en la tribu que vino a desplazar todo vestigio de sus antiguas costumbres. Se renegó totalmente de los conflictos armados y se prohibió cualquier tipo de enfrentamiento que requiriera poner en riesgo la integridad física. Se otorgo especial importancia al desarrollo de las artes, sobre todo la poesía y el canto, ya que la escultura e incluso la música requerían de ciertas intervenciones del cuerpo que los Satrahyà detestaban, pues decidieron considerarlos impropios del género masculino. Empezaron a relegarse todas las tareas manuales a las mujeres de la aldea. Ellas eran las encargadas de sembrar la tierra y cosechar, se ocupaban de la cría de ciertos animales como cerdos y aves de corral, construían las “pelhmuktàs”-especie de chozas familiares hechas con troncos y hojas de palmeras-, entrenaban en ciertas artes de combate- mas que nada por precaución- y disponían de otras ocupaciones mas típicas como la cocina y la orfebrería.

Los hombres ocupaban su tiempo meditando en sus chozas, cantando versos dedicados a los dioses del Sol y del Río, o improvisando poemas alegóricos a escenas cotidianas.
El  rey Juhba recitó cierta vez, mientras veía un pájaros devorarse un gusano-y fue cuidadosamente memorizado por sus súbditos, ya que nadie osaba levantar una sola herramienta de escritura-.

“La vida ocurre como un suspiro
sobre nuestras cabezas pende
la pesada roca  de lo inexorable.
Oh, Dioses! Si fuera un gusano sobre la tierra
no quisiera mas destino que retozar
en las entrañas del olvido.”

Con los años, las costumbres y normas en la tribu fueron solidificándose y puliéndose debidamente por medio de leyes impartidas verbalmente por el monarca, en multitudinarias reuniones que se realizaban una vez por año en la plaza central de la aldea. Estas leyes no se documentaban debidamente porque, como ya he mencionado, escribir significaba un esfuerzo innecesario, y ningún hombre iba a cometer la herejía de disponer el cuerpo para tal menester. Por otra parte, a las mujeres se les tenía terminantemente prohibido profanar los secretos de la escritura.

Uno de los ritos impuestos más significativos fue el de la Inauguración de la virilidad. Cuando un joven de la aldea alcanzaba la edad de 17 años, se lo consideraba en las puertas de la masculinidad. Los dioses aprobaban, luego de varios exámenes previos-mas que nada burocráticos y simbólicos, puesto que no debían realizar mas prodigio que el de cumplir 17 años- que el homenajeado fuera aceptado como discípulo en el Consejo del varones y-como yapa- que pudiera elegir a una concubina de entre las féminas de la tribu. Cabe destacar un pequeño detalle: el joven recién egresado de la pubertad tenía la libertad de seleccionar a cualquier dama, obviando los protocolos de la conquista, los papeleos escribaniles y los estados civiles. Así resultaba que muchos prefirieran mujeres ya matrimoniadas para el concubinato, con la excusa de que estas tenían mas experiencia en las labores hogareñas y en los asuntos venéreos, que no era poca cosa, pues los varones habían dejado tiempo atrás de participar activamente en la cópula y le fue dejada a la mujer la obligación absoluta de hacer efectivos los ardores masculinos mediante las mas rebuscadas y refinadas técnicas amatorias. Incluso muchos historiadores poco escrupulosos, aseguran que existe un paralelismo y una estrecha relación entre estas prácticas sexuales y el compendio hinduista conocido como Kamasutra.

Pronto, los hombres mayores se vieron despojados de sus mujeres por jóvenes ansiosos y poco considerados. Algunos muchachos optaban, en cambio, por elegir jovencitas solteras, aunque poco agraciadas en su belleza, para evitar que en un futuro otros se vieran tentados de elegirlas. Pero no fue suficiente. Muchos hacían caso omiso de la fealdad de dichas señoritas, prefiriendo sus habilidades manuales por sobre su belleza, aunque esta fuera casi nula.

En vista de que el hurto legal de esposas y la proliferación de maridos abandonados era proverbial, algunos hombres-los mas ancianos- decidieron encarar al rey para protestar por estas calamidades y pedir que se modificaran las leyes establecidas. El gobernante los recibió impasible en el momento en que una araña se posaba en una bandeja de frutas.

“Triste es la existencia de la fruta verde
que todavía no conoce otros parajes lejanos
Pero mas penoso aun es el ocaso del hombre
que le roba su cabellos, le arrebata su vigor
y oscurece su fe en los designios divinos”


Y acto seguido se comió una banana con cáscara y todo.
 Transcurrieron muchos años y cada vez los hombres buscaban formas mas eficaces de mantener a su mujeres a su lado. Primero elegían muchachas literalmente indeseables desde el punto de vista estético, pero como esto no era suficiente, las adoctrinaban en las mas descaradas formas de negligencia laboral. Poco a poco las convirtieron en miembros pasivos de la comunidad,que no hacían otra cosa mas que contemplar las complicadas maniobras que realizaban los varones por conservarlas. Los hombres incluso comenzaron a encargarse de aquellas tareas que habían quedado abandonadas, por razones mas que comprensibles, volviéndose mano de obra activa, adquiriendo la completa potestad de las labores banáusicas, otrora responsabilidad puramente femenina.

Durante siglos se olvidaron -los exploradores o quizás los cronistas- de esta particular tribu. No fue hasta 1925 que otro investigador y antropólogo, Jean Bordeaux, se adentrara en territorio de los Satrahyá. Después de convivir con ellos durante algunos meses,regresó a su Francia natal dejando constancia de sus descubrimientos.en su libro «De la capacidad de transformarse».
Dice Bordeaux en sus páginas:

«Me he encontrado con una tribu que mantiene costumbres ancestrales, pero algo parece haber cambiado sin que nosotros -hombres blancos acostumbrados a honrar tradiciones machistas- nos diéramos cuenta.
Relato, de manera breve, una antigua tradición de los nativos, con respecto al ritual de ingreso a la adultez.

Cuando una joven de la aldea alcanza la edad de 17 años, se la considera en las puertas de la madurez. Los dioses aprueban, luego de varios exámenes previos-mas que nada burocráticos y simbólicos- que la homenajeada sea aceptada como discípula en el Consejo del mujeres y-como obsequio- que pueda elegir a un esposo de entre los hombres de la tribu. Cabe destacar un pequeño detalle: la joven recién egresada de la pubertad tiene la libertad de seleccionar a cualquier varón, obviando los protocolos de la conquista, los papeleos escribaniles y los estados civiles.

Estamos,sin dudas, ante una sociedad puramente matriarcal,impensada en nuestro mundo contemporáneo, y posiblemente inaceptada en el futuro lejano. Me hace reflexionar acerca de la naturaleza de Dios. Quizás debamos olvidar al hombre de la blanca barba y sentarnos a meditar. Por ahora dejo estas páginas como una crónica de uno de mis viajes mas fructíferos y me retiro del escritorio. Mi esposa me está reclamando para que mude de ropa al niño.»





















lunes, 22 de febrero de 2016

Selección natural



"La humanidad había desaparecido. Solamente estaba él y su perro. Las máquinas se había apoderado de cuanto existía sobre la faz de la Tierra. Incluso,cada día al despertar, se palpaba el lado izquierdo del pecho para confirmar que aún era humano, preso de un justificado terror. Todo cuanto veía en su entorno eran ruinas, cielo oscurecido por las nubes de gas tóxico, vacío y silencio sepulcral. Ni aves,ni ranas, ningún ser vivo.Aquellos ruidos que solían molestarle hasta lo insoportable, ahora los extrañaba con angustiosa nostalgia. Caminando por las anchas calles de Nueva York, o tal vez Londres, o quizás fuera Viena o Buenos Aires, Mexico D.F o Madrid; eso no importaba demasiado. Cualquier sitio del mundo era lo mismo. En el pasado soñaba con viajar alrededor del mundo para conocer diferentes lugares; ahora viajaba libremente con la única esperanza de hallar a otro ser humano. Solía hablarle a Kahn, su perro labrador. Nunca se pudo explicar por qué ambos se había salvado. Simplemente pensó en una casualidad entre billones. Ya no creía en los milagros. No era un milagro que siguiese con vida. Pensó, una vez, mientras caminaba por un largo camino rural en las afuera de Missouri o tal vez Le Baux, que los milagros son ilusiones egoístas; las personas consideraban milagroso solo aquello que les beneficiaba; entonces cabía sospechar que cada quien tenía su propio Dios personal, y solo su Dios había estado de turno cuando el ataque de las máquinas se inició. Bastaron apenas un par de semanas para borrar cualquier vestigio de humanidad de un simple plumazo. Sin embargo él y su perro seguían caminando por las ciudades vacías ,pueblos, bosques y selvas; ya no le temía a las fieras salvajes porque no había quedado ninguna; ni siquiera mosquitos que le infectaran dengue o zica. Estaba a salvo de cualquier bestia hambrienta. Incluso eso lo volvía loco. Prefería morir atacado por un oso o un lobo, a tener que lanzarse por sus propios medios desde lo alto de un puente para terminar con su horrible vida.
Esa mañana le pareció escuchar algo, y eso era sumamente inusual. Estaba trepando por la falda de una colina, solo Dios sabe donde, y percibió aquel sonido lejano, como de metales cayendo. Cuando alcanzó la cima del promontorio,achicó los ojos para ajustar su vista. Allá a lo lejos divisó el gigantesco monstruo mecánico revolviendo los escombros de un derruido edificio -tal vez una fábrica o algo así. Se sentó,contemplando el peculiar espectáculo, y así permaneció por una hora hasta que el gigante abandonó su tarea. Por algún motivo sintió la necesidad de acercarse. Descendió tropezando y cubrió los metros que lo separaba de aquella montaña de hierros torcidos y ladrillos. El gigante metálico notó su proximidad inmediatamente y se giró.
-Busco a uno de los míos ¿Has visto alguno?
-No. También busco alguno de lo míos ¿Acaso has visto a uno así?
-No. Pero he visto un lugar,mas al este, donde hay miles como ese.
Apuntaba a Kahn con su dedo cubierto de óxido.
-Tal vez allí hayan mas como yo .¿Me llevarías?
-Voy en sentido opuesto, pero te daré las indicaciones para llegar.
Después de trazarle un mapa en el suelo, se incorporó y siguió su camino.
Le tomó una semana de lenta caminata llegar al sitio indicado. Vio el enorme domo abajo,en el valle verdoso, brillando bajo el sol del mediterráneo. Llegó a la entrada agitado, sudoroso y sediento. Tocó el extraño tablero de botones con símbolos desconocidos y esperó. El alto portón plateado emitió un sonido siseante y se elevó,dejando a la vista el interior. Estaban frente a sus ojos, por miles, caminado ,haciendo toda clase de tareas. Los unos cargando cajas, otros conduciendo vehículos o cultivando la tierra. Los había de toda clase; los podía distinguir: dogos, dálmatas, bulldogs, dobermans. Sí, no estaba enloqueciendo. Tenían manos prensiles,sí, y pies,y contextura humana,pero sus rostros ,orejas y colas los delataban. Todavía sin recomponerse de la sorpresa, escuchó una voz a su lado.
-Tu Dios ha estado jugando un poco.
Vio a Kahn incorporarse, mientras su cuerpo iba adquiriendo la musculatura de un hombre de treinta años, y sus patas adquirían dedos humanos,; falanges y falangicas,metatarsos y cuñas.
-Tú....
- Solo estaban protegiéndome a mí. Tu salvación fue casualidad....o milagro si quieres llamarlo.
-¿Es un sueño?
-De ningún modo. Es la creación de la que tanto hablan sus libros. Que no es mas que un simple reseteo. Dios prueba una estirpe y cuando ha dejado de serle útil a sus propósitos,escoge otra, mejor preparada. O eso es lo que suponemos.
-¿Y las máquinas marcianas?¿La guerra?
-¿Eso? Jah. Ángeles. Algunos desertaron en el proceso, como aquel al que vimos en el camino: Samael. Ángeles hechos de roca, como ustedes fueron hechos de lodo. En fin... la selección natural,al final,de nada importa.Es el Supremo el que decide quién predomina, aún por encima de las leyes darwinianas.
-¡¿Y ahora qué?!
Preguntó esto con un hilo de voz, desesperado.
-Ahora nada. La Tierra vuelve a repoblarse. Estamos esperando órdenes del creador.
-¿Y el cielo?¿El infierno? ¿Es ahí donde han sido enviados todos los demás?
Kahn mostró una sonrisa de condescendencia y de lástima.
-Es una pena que hayan inventado todo eso para reconfortarles el alma a los desesperados, pero nada de eso existe. Es más. Tampoco todos los perros van al cielo. El planeta es una gran maceta que todo lo absorbe, y de ello se alimenta. Dios sabe esto,y su poder no es ilimitado; necesita reabastecerse. Por lo tanto, toda criatura es devorada por la Tierra.Ese es nuestro Paraíso: morir para reencarnar como energía, combustible para permitir que el mecanismo funcione.
-Entonces....
-Entonces ya todos están bajo tierra, circulando como la sangre a través de las arterias. Pero te has portado bien conmigo, y decidí que sigas entre nosotros y veas un nuevo renacer.
Tragó saliva y se frotó los ojos,incrédulo. Acaso todo en su vida fue un engaño para mantenerlo firme,esperanzado y seguro de una mejor vida tras la muerte. Y el amor,y la pasión,y la bondad que cultivara,fueron solamente placebos con los cuales sanar sus heridas. Era tan cómico todo;tan irrisorio que no pudo contener las carcajadas, doblándose en espasmódicas sacudidas, cayendo al suelo, agitándose como un pez fuera del agua, echando espuma por la boca; los ojos desorbitados,inyectados en sangre. Era la tardía demencia que le golpeaba. Tarde acudía a él,la locura salvadora. Había soportado demasiado,sujeto a una esperanza sobrenatural,y cuando esa esperanza se esfumó, con ella se escapó también su último gramo de cordura. Kahn ya no pudo hacer nada. Se unió a la jauría que seguía repitiendo una rutina aburrida. El portón se cerró tras de sí, y solo volteó para echar un vistazo piadoso hacia su amo. El cuerpo se movió temblorosamente unos instantes y se quedó así, en posición fetal, sobre la tierra blanca, esperando....esperando irse al Paraíso. Al Paraíso de ángeles,coros de querubines, bestias dóciles y ríos de miel que le había prometido.Sin saber que todo Paraíso es infierno al mismo tiempo. No hay salvación eterna,mas que la certeza en vida de sabernos mortales.
Un juego de dados cósmico.
Y nosotros apostados como fichas."


miércoles, 10 de febrero de 2016

Lunar









Una cerveza de vez en cuando no hace mal; era esa su filosofía. El trajín de la jornada laboral lo ameritaba. Así es que ,cada noche, bajaba las escalinatas que iban hacia el río, después de trabajar, y se dirigía al bar "Anabella". Era un lugar muy íntimo, de esos reductos donde aún podía respirarse un aire relajado, como el de un santuario budista, un oasis donde escapar del bullicio diario. La decoración rústica, tenía buen gusto, sin excesos innecesarios; las luces iluminaban lo justo y la música....ah! la música era lo que a él mas le gustaba. La dueña del lugar, Ana, una encantadora mujer de unos cuarenta y tantos años, se encargaba de atender la barra y de ambientar el salón con la música de su vasta colección personal. Piezas de jazz, soul y algo de melodías celtas,cuando los clientes eran escasos. Por eso se sentía tan a gusto en ese reducido espacio de humo y sonido de cristales. Era su casa mas que su propia casa; conocía cada rostro y los nombres de cada parroquiano que lo frecuentaba ,aunque jamás hubiese tratado con ellos; tan solo por oír las conversaciones todas las noches desde hacía un año. Siempre pedía lo mismo: cerveza negra y un platito de papas. Le gustaba la barra, pero los asientos del fondo eran mullidos y cómodos, perfectos para dejarse caer en ellos y disfrutar del ambiente. Ese día fue especialmente cansador y sentía la cabeza pesada de tantas preocupaciones. Ana le hizo un par de preguntas -una de sus conversaciones usuales- él respondió con voz mecánica, sin pensar demasiado; estaba en uno de eso días fatales en que se creía el ser mas desdichado del mundo. Se llevó su cerveza hasta el último sillón del fondo y se recostó, estirando las piernas en toda su longitud. Bebió un par de sorbos dejando que el líquido espumoso le acariciara el paladar,luego la garganta y por último, el cerebro. Se fue apaciguando poco a poco mientras miraba a través de la ventana. No miraba nada en particular, sino a un punto cualquiera en el espacio,aleatoriamente,perdiéndose de a ratos, volando sobre el oleaje de las grises aguas. No miraba nada, pero algo terminó por pescar su atención lo suficiente como para que se incorporara -apenas un poco- de su cómoda posición. Delgada,de pasos suaves y decididos; la oscura cabellera recogida indolente sobre uno de sus hombros. La chica desapareció de su vista, solo para reaparecer por la entrada principal. Eso lo alegró o al menos le dio un motivo para distraerse de sus negros pensamientos por un instante. Se dirigió a la barra,escogiendo la última butaca de la hilera, es decir, bastante cerca como para que él la examinara detenidamente y en detalle. Era hermosa,sí, pero no al punto de deshacerse en odas hacia sus virtudes venusinas; no. Cargaba con esa belleza urbana,desenfadada, de rasgos simples pero correctos, capaces de pasar inadvertidos para unos y provocar demenciales pasiones en otros. "Todo según el cristal con que se mire",pensó tirado en su mullido sillón del fondo. Y a pesar de que fue capaz de comprender esas verdades con frío análisis, no evitó sentirse atrapado, arrastrado hasta sus negras pestañas inquietas, el rouge brillante y el lunar que dormía junto a su boca. Cada vez que articulaba palabra, la ovalada mandíbula subía y bajaba, y con ella el lunar, graciosamente. No podía apartar su vista de ese insignificante detalle. Insignificante, pero que,a su juicio, realzaba todo lo demás. Como una rosa elegantemente colocada en un tocado. El sello de cera carmesí  sobre el pálido papel. Un detalle, una marca; una preciosa maravilla sidecdóquica. Podría haber quedado todo en una simple apreciación, como quien se embelesa a través del cristal de un escaparate, pero algo le gritó desde el pozo silencioso de su calavera, que jugara sus cartas pues la partida pintaba volverse a su favor. Era cosa de nunca. No solía abordar a desconocidos, ni a conocidos tampoco. Respetaba los espacios personales como gustaba que respetasen el suyo; sin embargo se encontró sin cuestionárselo, de pie junto a la muchacha en menos que un gallo canta.

"¿Le molesta?" Recurrente pregunta de manual.

"No,para nada. Adelante"

Ocupó el asiento vacío que estaba a su derecha y haciendo señas -que Ana interpretó perfectamente- solicitó otra cerveza.
Cuando tuvo la pequeña botella frente así, meditó unos segundos y se la llevó a los labios, ignorando el vaso vacío que Ana le dejara. Creyó ver una leve sonrisa en su vecina de butaca. Lamentó que no hubiera habido un espacio libre al otro costado, desde donde pudiera apreciar el hermoso lunar que adornaba su rostro.

"¿Primera vez que viene a este bar?"

Romper el hielo no era su fuerte,pero lo estaba intentando; por Dios que lo estaba intentando con gran esfuerzo. Y contra todo pronóstico, la torpe maniobra pareció funcionar. Ella emitió una risa breve y suave; dejó su vaso de "Dr. Lemon" sobre la barra y le tendió una mano.

"Así es. Mi nombre es Diana,mucho gusto. Preferiría que dejaras las formalidades y me tutearas. A mis 26 años no les cae muy bien que utilicen el "usted" cuando se dirigen a mí. aun cuando se trata de un completo extraño."

Bastaron esas solas palabras para que se le escaparan las preocupaciones a través de cada poro. En un suave discurrir de risas y gestos, se le fue la noche. Abandonaron juntos el bar, rumbo a la parada. Ella subió en el primer ómnibus que arribó y se alejó,lanzándole un beso desde su ventanilla.
Los siguientes días estuvieron cargados de ansiedad; la ansiedad loca del que está en vilo, parado sobre la plancha a punto de ser arrojado al mar de los enamorados. Esperaba las noches con gran  entusiasmo. Y cada vez que tocaba la alarma de salida,era el primero en abandonar su puesto,raudo,para sorpresa de sus compañeros que lo tenían por un hombre parco y  taciturno.
Diana demostró ser una persona de muchas cualidades interesantes. Le gustaba la lectura y podía estar largo rato hablando sobre sus autores favoritos o acaso de las adaptaciones cinematográficas de algunos libros; era amplia en cuanto a su criterio musical y bien sabía sobre punk rock como de tango; hablaba de todo casi sin transiciones, como si el mundo dentro de su mente fuese un campo inconmensurable donde pastaban las mas heterogéneas ideas.
Al mes de haberse conocido, ya estaban conviviendo en el mismo departamento. La excusa que ambos usaron para una decisión tan apresurada fue la reducción en los gastos. Ella estaba cursando la carrera de Filosofía ayudada por una beca universitaria,mientras que él trabajaba doce horas diarias con un salario explotador. Compartir el costo del alquiler amortiguaba mucho el impacto en sus finanzas. Lo cierto fue que , coexistir no representaba ningún problema; lo sobrellevaban de forma tan natural como si se hubiese tratado de hermanos que convivían de toda una vida. Hacían el amor con frecuencia y eso mitigaba los calores que él arrastraba tras dos años de solitaria existencia. Luego de cada encuentro sexual,ella era la primera en quedarse dormida, mientras él la observaba cariñoso desde su lado de la cama. Había escogido el hemisferio derecho del mueble,con la oculta intención de poder apreciar el sensual lunar cuando ella se volteaba; había aprendido sus costumbres y sabía que prefería dormir mirando hacia la pared.
Las semanas transcurrían con normalidad, o con aparente normalidad. Sin embargo,dentro de su cabeza, algo se agitaba inquieto. No se podía explicar esa particular sensación, pero sabia que estaba ahí, perturbándolo a toda hora. Solo se calmaba cuando yacía junto a ella por la noche; pero no era el sexo ,sus besos o sus caricias; no. Descubrió que lo que calmaba su extraña excitación era la contemplación del lunar junto a la comisura de su boca. Sí. Esa diminuta acumulación de pigmento era su bálsamo. Mirarlo,hipnotizado, durante prolongados espacios de tiempo se había convertido en un pasatiempo, o peor aún: en una obsesión. Lentamente, ella fue apagándose, tornandose borrosa en su memoria; solo permanecía nítida,la imagen de su lunar, como si enfocara la cámara solamente en ese punto en especial. Las conversaciones comenzaron a silenciarse; no la escuchaba, simulaba oír, respondiendo a cualquier inciso con un "ajá" o un desinteresado "hum". Porsupuesto que Diana no era ninguna idiota y no tardó en notar este cambio en él. Tal fue su sospecha de que algo estaba mal, que empezó a integrar incoherencias y absurdos, dentro de sus conversaciones, confirmando que no era escuchada en lo mas mínimo. Durante una de tantas charlas sobre sus clases, se animó a colocar un poco disimulado "tengo un amante", a lo que él replicó con un poco entusiasta " así nomás es". La preocupación fue en aumento cuando descubrió que no solo no la escuchaba sino que no la miraba tampoco. Sus ojos estaban centrados en un único punto fijo, junto a su boca. Hizo pequeños experimentos para saber si estaba en lo correcto: se volteaba ofreciéndole el otro perfil pero él se colocaba de nuevo en posición que le permitiera visualizar su lunar; fingía estar dormida mirando hacia el lado opuesto de la pared,pero él con delicadeza movía su cuerpo hasta acomodarla en la otra postura. No hacía falta más; era tan obvio que una noche,sentados en la mesa cenando, sacó a relucir el tema.

"Me parece que estás distante últimamente" Dijo mientras hincaba un huidizo raviol con el tenedor.

Claro que él ni la escuchó; estaba hundido en sus pensamientos, ajeno a todo, menos a su lunar. Al día siguiente averiguó entre sus profesores de cátedra y supo de un especialista que podía ayudarla con este asunto. Lo contactó por teléfono y concertó una cita . Un turno para el sábado siguiente a las 09:00. No le fue fácil,pero consiguió arrastrarlo hasta el consultorio del doctor Renoir -que así se llamaba- con amenazas y promesas de todo tipo. Lo esperó en la salita, hojeando viejas ediciones de Gente y Caras. Cuando salió, se lo notaba algo mas lúcido, despierto tras un sopor de varios días. Tuvieron una charla camino a casa, algo confusa,pero charla al fin. Tras algunas semanas de tratamiento, percibió una notable mejoría en su comportamiento. Estaba volviendo a ser el mismo muchacho del bar. Quizás algo menos demostrativo en sus afectos,pero igualmente menos perdido en su universo particular. Cada tanto lo ponía a prueba, pues notaba todavía cierta fijación anormal; momentos de pesado silencio absorto, viéndola a los ojos fijamente. Pero ella no era fácil de engañar; sospechaba que no veía sus ojos sino a su lunar,aunque mas no fuera por medio de su visión periférica. Tal vez su recuperación era una bien planeada pantalla, o quizás aquello necesitaba de mas tiempo para restablecerse completamente.
Diana no era del tipo de chica que hace de su vida privada un teatro para todo público, pero la peculiaridad de todo el asunto la había estado debilitando y Nora,su mejor amiga, fue la primera en notarlo. Por mas que opuso resistencia al inicio, terminó por contarle todos los pormenores de su situación. Cuando hubo terminado, tenía la boca reseca y la agitación en los ojos . Fue una necesaria catarsis que agradeció mucho. Regresó esa tarde con la sensación de que vendrían tiempos mejores de ahí en mas. Lo importante era que se tenían el uno al otro. Durmió esa noche como lo hacía habitualmente, de cara hacia la pared; en un momento dado creyó sentir la respiración de él,cálida,cercana; pero no como un aliento cualquiera; era un insistente inhalar y exhalar, como de un demente acosándola, observando fijamente su oscuro lunar; un ladrón ambicioso frente al diamante mas caro del mundo. Experimentó una pesadilla luego, cuando volvió a quedarse dormida, y al despertar tuvo la impresión de que aquella incomoda sensación había sido solamente parte de esa pesadilla.
Durante el receso -al día siguiente- finalizada la clase de Historia, salieron junto a Nora a fumar al patio y entre charlas acerca de la materia,dejó resbalar lo de la pesadilla de la noche anterior. Notó a su amiga con algo de preocupación por lo que rápidamente cambió de tema. Sin embargo Nora insistió en seguir con aquello y le sugirió hacer una prueba, como las que anteriormente Diana había puesto en práctica,pero esta vez algo mas directo. Conocía a varios miembros del cuerpo de teatro municipal y pensó que sería una buena idea utilizar sus recursos para llevar  acabo su plan. Ese mismo día se presentaron en el viejo teatro donde las recibió Angel,un extrovertido actor de cabellera multicolor, cuyo desempeño sobre las tablas se igualaba a su talento con el maquillaje, según Nora. Resumiendo un poco la historia,puso al tanto a su amigo de las circunstancias de Diana y sobre su plan original. No le tomó mas de unos cuantos minutos enmascarar el lunar con silicona, de tal manera que, si no se miraba con lupa, era imposible no decir que esa era su piel verdadera. Luego, procedió a colocar un lunar postizo,tan real que nadie sospecharía que se trataba de un reemplazo. Estaba lista para despejar aquellas dudas que formaban nubes en su cabeza,de una vez por todas.

Como cada noche, él llegó cansado y se tiró sobre el sofá; encendió la tele y saltó algunos canales. Diana había preparado algo de café y se lo sirvió  en un pocillo junto a una bolsa de masas dulces.

"¿Día dificil?"

La miró con un gesto de ternura a los ojos; o tal vez a su lunar.

"Un poco. ¿Y el tuyo?"

"Lo normal. Algo agotador."

"Me imagino."

No podía soportar esa mirada interminable. Estaba segura de que iba a superar su estado de obsesión. Ella alguna vez también había sufrido su propio TOC, y sabía que ,con las medidas adecuadas, era un problema curable. Pero algo seguía pinchando sus fibras desde el interior, unas punzadas molestas; esa voz que le susurraba :"¿estás segura?. ¿completamente segura?
Llevó la taza y la enjuagó bajo la canilla; el agua helada le adormecía la manos.

"Hay algo...hay algo que es una tontería pero nunca te lo dije"

"Decime"

Ni siquiera la estaba mirando, seguía con su ejercicio de saltar los canales del cable.

Diana rodeó el sofá y se paró frente a él, forzando una sonrisa alegre. Usando el dedo índice de su mano derecha, escarbó bajo el lunar junto a su boca, pero no lo suficiente como para dañar la fina piel artificial. Con un gesto displicente, lo depositó sobre la servilleta de papel que llevaba en la otra mano; hizo un bollo y lo arrojó a través del hueco de la puerta. El bollito de papel cayó sobre el piso del estrecho balcón,pero un repentino viento lo obligó a rodar y caer los cinco pisos que lo separaban del suelo.

"Lo empecé a usar en la secundaria, en un tiempo en que estaba muy insegura de mi propia persona, simplemente por moda, pero me encariñé tanto que no podía despegarme de él. Supongo que estoy en momento de mi vida donde necesito ser sincera en todo y despegarme de lo que no tiene valor,  porque es lo menos que se merece la persona que tengo a mi lado."


Las palabras no fueron meditadas; eran diferentes a las que estaban en el guión que Nora le había aconsejado usar. Le pareció que debía ser espontanea o sonaría tan falsa como el lunar que yacía en el fondo del arrugado papel. Pero no importó mucho. Esta vez tampoco la escuchó. Y no fue por aquella fría indiferencia que había demostrado en sus peores estados de ausencia.No. Simplemente no podía escucharla; no desde su lugar. No escuchó nada,ni una palabra. No podía hacerlo en mitad de su viaje, cayendo los cinco pisos que lo separaban del suelo,donde lo esperaba aquel pecaminoso lunar que tantas veces soñó con arrancar de su carne y hacerlo solo suyo... suyo y de nadie más."


lunes, 8 de febrero de 2016

Loco





Sí,estaba un poco loco, para qué negarlo. El mismo era consciente de ello, aunque no le importaba mucho. Loco es un término vago; un eufemismo para enmascarar esa demencial obsesión que le ataba al rectángulo oscuro de su habitación; dentro del cubo gris de su pequeña vivienda, frente al brillante plano de la pantalla.
Oh,sí. Loco de remate. Como esos locos de novela. Loco sin su sombrero de Napoleón o su camisa de fuerza,pero loco al fin.
Sobre la pared que alguna vez supo ser azul, colgaba un almanaque sucio que se había quedado estancado en el tiempo. La última hoja marcaba el mes de Abril de 2009, pero según los datos del mundo exterior, ya estábamos a mediados de Noviembre de 2010.
Loco como una mula. No había salido en todo ese tiempo. Pero eso no es lo peor. Tampoco se había aseado,bañado, lavado los dientes ,peinado o cualquier otra cosa que sirviera a los propósitos de mejorar su aspecto. ¿Para qué lo necesitaba? Si nunca salía,nadie lo visitaba tampoco.
Si hubiera tenido amigos o familia,seguramente se habrían preocupado mucho o habrían supuesto que estaba muerto.
Loco,al punto de creer que su vida dependía de un hecho virtual,impalpable e improbable.
Mas de una vez me pregunté como alguien podía caer en semejante estado de enajenación mental por cosas tan nimias.
Expliquemos un poco  como viene el asunto. Hernán trabajaba desde su propia casa, vendiendo productos de una marca multinacional en linea. Le iba bastante bien como para no tener que preocuparse por las necesidades básicas. No tenía amigos.No salía casi nada,mas que para cosas imprescindibles como hacer las compras del mes.Alguna raras ocasiones se escapaba a comprar comida hecha. Nunca se preocupó por nada,después de todo era bastante feliz con su empleo y su pasatiempo favorito:los juegos en linea.
Loco,tan loco como para gastarse medio sueldo en la adquisición de armas, casas, monturas y demás bienes que solo existían dentro de un juego,y que jamás podría tener entre sus manos.Pero bueno...esa era su única diversión. No voy a juzgarlo por eso, pero estaba loco.
Loco,como cualquier otro loco que gasta doce horas de su día dentro de un mundo virtual,de polígonos y pixeles. Pero eso le daba sentido a su vida,o en todo caso,esa era su vida.
Loco,sí.Como para olvidarse de su propia apariencia y creer que era ese personaje musculoso de rojiza cabellera que portaba una brillante armadura y que se pasaba matando ogros, hombres-lagarto y demás fauna fantástica,día y noche.
Hasta ahí estamos hablando de una locura razonable. No fue hasta que ocurrieron los hechos que voy a pasar a narrar,que su cabecita loca se trastocó del todo.
Era una noche fría de invierno; de esos días en que, hasta yo me quedaría acurrucado frente al monitor para calentarme. Se había puesto cómodo,envuelto en una gran manta,con sus medias de lana y su gorro con orejeras. Sobre el escritorio,junto a la computadora,un termo de café para mantenerse lúcido. Esa era una noche especial. Sí,señor. El evento del año. Una gran guerra entre todas las razas del continente. Huestes sedientas de sangre enfrentándose por obtener la hegemonía por medio de la fuerza bruta. Orcos, humanos, devas, enanos, silfides, vampiros, elfos. ¡Ah! Si me gustaran los juegos de video,seguramente hubiera captado la magnificencia de lo que todo eso representaba para Hernan.
Al menos en ese mundo fabuloso, tenía sus camaradas de clan. Así es que se reunieron dos horas antes del evento,dentro de su castillo, para establecer un plan de combate.
Loco. Al nivel de ponerse tan nervioso como si hubiera estado a punto de ser enviado a una guerra de verdad. Pero bueno...
A las 22:00, exactamente, sonó la alarma en todo el servidor; las puertas que llevaban al Campo de los Heroes se abrieron de par en par, y cientos, o quizás miles de soldados se lanzaron al ataque.
Sí,señor. Sonaban las espadas y escudos chocando; salpicaba la sangre y las barras de vida y magia se agotaban en un abrir y cerrar de ojos. Una verdadera carnicería en CG. (gráficos por computadora).
Fue en un rincón apartado, junto a un puente, donde un habilidoso arquero casi termina con su vida. En el instante mismo en que se creía perdido, una luz espectral descendió sobre su cabeza y sintió sus fuerzas retornar. Una maga blanca bajaba por la ladera, lanzandole hechizos de protección.
Fue una batalla que no olvidaría jamás. Y aunque su ejército no se alzó con la victoria, se sintió realmente satisfecho.
Loco estaba. Sí. Tan loco como para abandonar su clan e ir tras la hechicera en busca de nuevas aventuras. Ambos eran muy buenos en lo suyo,por lo que no tuvieron problemas en superar los calabozos mas difíciles,consiguiendo preciados tesoros que luego vendían a precio de oro...de oro virtual,claro. Con eso fueron mejorando sus equipos,comprando mejores monturas y ganándose un nombre respetable dentro de la comunidad. Muy pronto se convirtieron en blanco de los cazadores de héroes.Muchos jugadores buscaban ganar popularidad desafiándolos a peleas mano a mano.
Siempre salían victoriosos;eran la dupla perfecta. Y no bastó mas que eso para que Hernan se enamorara perdidamente de ella.
Loco de remate.No hace falta decir más.
Cierto día, Hernán cabalgó hasta unas antiguas ruinas, para encontrarse con su amada hechicera blanca. Habían acordado adentrarse en unas catacumbas recién descubiertas, para vencer al poderoso demonio que dormía dentro desde hacía  miles de años. Ella nunca llegó a la cita. Incluso después de cinco horas de espera, cuando el servidor se deshabilitó para un mantenimiento de rutina. Hernán siguió esperando. Se conectó cuando el juego estuvo actualizado y se sentó bajo un arco de piedra a esperar.
Y esperó y esperó. Esperó largas horas, y días. Sus mensajes no recibían respuesta. Dejó de lado las misiones y los duelos con otros guerreros. Vendió todas sus pertenencias y con eso pagó un costoso terreno de campos y corrales,donde se estableció. Cada tanto ofrecía objetos raros que guardaba con celo,a los circunstanciales viajantes, a cambio de información,pero jamás volvió a saber de ella. La siguió esperando mucho tiempo mas, olvidándose del objetivo del juego y aislándose de todo.
Loco sin cura alguna. Encerrado en el mundo real y también ahí dentro.Que locura.
Yo no era su amigo. Lo conocí a través de la pared que dividía nuestras casas. Escuchaba sus festejos e imprecaciones durante sus largas sesiones de juego y, no voy a engañarlos,sentí tanta curiosidad que practiqué un pequeño agujero por donde espiaba todos sus movimientos, que eran casi nulos.
No sé si estaba mas loco que él,por dedicarme a algo tan detestable como el voyeurismo,pero bueno...así sucedieron las cosas.
Cuando descubrí el motivo de su aflicción, me dediqué a investigar acerca del susodicho juego.Recorrí los cybers de la zona en busca de datos. Después amplié mi radio de búsqueda a toda la ciudad y a los foros de internet. En fin... El asunto es que,tras muchos meses de buscar, dí con el paradero de la hechicera blanca. Aunque usted no lo crea. Se llamaba Esteban y recientemente había ingresado a la facultad de Ingeniería donde casi de inmediato se puso de novio.Nunca mas volvió a jugar el juego y se dedicó de lleno al estudio y al sexo.
Tuve la loca tentación de ir corriendo y contarle todo a Hernan,pero no sabia como iba a reaccionar. ¿Qué le iba a decir ?¿que sabia todo porque lo espiaba desde mi agujero secreto en la pared?
Nada. No había nada que yo pudiera hacer para salvarlo de su demencia.
Un año y medio después de todo aquello,conocí a Felicia,mi actual pareja. Me sentí tan feliz cuando comenzamos a salir que me olvidé del pobre Hernan por un largo tiempo, hasta  una madrugada de Agosto en que,volviendo a casa, lo vi pasearse,bajo la lluvia, con su bolsa de comida de rotisería. Se veía fatal. Era un despojo humano arrastrándose lánguidamente. Y la culpa empezó a corroerme el alma.
Hoy Hernán está algo mejor.Lo veo un poco recuperado. No ha dejado de estar loco,pero al menos creo que se baña día por medio.
Yo,por mi lado, visito a Felicia casi todos los días y al regresar a casa, por la noche, me encierro en mi cuarto y enciendo la PC. Bajo al pueblo en mi alazán y después de haber comprado algunos víveres,visito al pelirrojo ermitaño, en su alejada cabaña. Le cuento historias acerca de cómo su nombre se esparció por todo el reino convirtiéndose en leyenda. Le hablo también sobre los rumores que recorren las tabernas y garitos....lo rumores del bajo mundo,que se refieren a cierta hechicera blanca perdida en la Cañada de los Condenados, y de la cual nadie volvió a saber. Pero quien,según las profecías, algún día habrá de retornar,en el momento en que los dioses despierten de su milenario letargo y, anunciando el ocaso de los tiempos,  rompan cada atadura de ese mundo.
Dos locos bebiendo un café ficticio,mientras charlan sobre amor verdadero."




domingo, 7 de febrero de 2016

Brevedad















Deriva

"Dobló sus pensamientos en verso,
pliegue sobre pliegue,sobre pliegue.
Llevaba consigo todas sus penas;
lágrima sobre lágrima, sobre el blanco papel.
Los arrojó al mar brumoso en mudo puerto;
espuma sobre la espuma,sobre el agua calma.
Ella los encontró una noche clara;
nubes sobre las estrellas,sobre el cielo infinito.
Y las hizo suyas, alimentando su gula;
palabra sobre palabra,sobre su falda desnuda.
Nunca esperaron amarse sin tacto, sin besos,
sin nombres propios.
Y así, ignorando respuestas, un viento artero 

barrió el polvo de su tiempo,
las horas sobre las horas,sobre sus camas vacías."






Caleidoscopio




"¡Oh!La luna engarzada en la cúpula celeste de sus ojos enclaustrados. 
¡Oh!La nube vagabunda que pasea sobre la gules cornisa de su boca. 
¡Oh! El río silencioso que brota diamantino cuando me habla. 
¡Oh! Verdor salvaje que me atrapa en la espesura de su lirismo. 
¡Oh! Caleidoscopio resquebrajado de pasiones. 
¡Oh!Arco iris moribundo, sepultado bajo las vastas horas.
¡Oh! Azules,rosas,grises.
¡Oh! Delicados,ásperos,invisibles.
Me hundo en el remolino cromático de su nombre.
Me devora.
¡Oh! Ninfa exiliada.
¿Qué pecado cruel merece tu olvido?
¡Oh! Lilith sin Paraíso.
Deja que devuelva tus colores

sacros, a la savia del Iggdrasil,
para que brote de nuevo,
 la flor sin tiempo
 que, una vez, 
amar supo. "

Tero








Lucrecia tenía los ojos mas hermosos del mundo,según el desfigurado criterio que suelen tener los enamorados; y definitivamente Andrés estaba enamorado hasta los huesos de Lucrecia. Dejando de lado los ojos (cafés, normalitos), le gustaba cada pulgada de su anatomía,aunque un tercero bien podría haber jurado que la menuda niña no tenía nada de especial. Pero bueno...¿dije que estaba enamorado hasta la médula?
Asistían a la misma escuela desde los seis años y se habían hecho muy amigos desde aquella tarde en que Lucrecia se mostró interesada por la colección de dinosaurios de plástico que Andrés utilizó para su exposición de Ciencias Naturales. Fue cuando descubrieron una pasión en común: hablar sobre lagartos gigantes extintos. Nunca antes -aparte de Julia,su mamá- alguien había comprendido y festejado ese interés desmesurado por las criaturas jurásicas. Podían quedarse horas hablado del tema sin aburrirse o pasar a otro asunto. Lucrecia había demostrado tener un amplio conocimiento en la materia,pero no existía quien ganara a Andrés ,en lo que a dinosaurios de refería ( según su mamá).
El asunto que traía preocupado al chico,desde hacía algún tiempo, era la forma de averiguar si ella sentía lo mismo por él. No tenía el suficiente valor como para declararse de buenas a primeras. Necesitaba descubrir si sus posibilidades eran altas,primero. En su cuarto, por las noches, sufría en silencio esa angustia infantil ( no lo digo por su edad,aclaro). La incertidumbre iba aumentando con el correr del tiempo y no parecía haber señales de que la cosa cambiase,a menos que tomara una decisión de una vez por todas. Ya habían cumplido los 11, edad mas que respetable como para incursionar en un noviazgo legal con todo el protocolo que eso implica.

Una tarde calurosa de Mayo, ambos regresaban juntos después del acto del 25. Andrés todavía acusaba una negra sombra bajo la nariz, como recuerdo del bigote al carbón que la maestra Susana le había dibujado para la obra escolar, en la que participó como extra.  Solían hacer el mismo recorrido siempre, pero a Lucrecía se le dio por usar un atajo para llegar mas rápido, atravesando un pequeño campito en el que a veces se colaban los chicos del barrio para jugar al fútbol. Eso no le gustó nada al pobre Andrés; significaba que iba a perder al menos quince minutos de la compañía de su querida .
Cuando habían llegado a la altura de un torcido árbol de mango, ubicado casi en el centro del terreno, una pequeña cosita marrón atravezó de lado a lado como una saeta, surgiendo de entre los matorrales. En primer instancia Andrés pensó que se trataba de un efecto óptico; alguna bolsa arrastrada por el viento o acaso unas hojas secas. Sin embargo,no tardó en aparecer aquella misteriosa forma de nuevo. Lucrecía lanzó un grito y se parapetó detrás suyo,señalando con el dedo al avecita que estaba frente a ellos en actitud desafiante. Andrés no era experto en ornitología, pero supo al instante que se trataba de un feroz tero,sin lugar a dudas. Era un adulto, porque claramente se distinguía el anillo rojo alrededor del globo ocular, lo que le daba un aspecto mas temible, si cabía. Andrés estaba asustado, como la mayoría de los niños que alguna vez se toparon con este avechucho de carácter muy poco dócil, pero no podía hacer el menor gesto que dejara este sentimiento en evidencia. Lucrecía se iba a decepcionar mucho de él si demostraba ser un cobarde que huía de un simple pajarito; mas aún cuando infinidad de veces se había jactado de no temerle a los velocirraptors (claro, medían 15 centímetros y dormían en su mesita de noche). El tero había adoptado una postura encorvada, como a punto de tomar carrera para embestirlo; en una reducida arena de toreo se había convertido el campito en ese momento. Andrés tomó una decisión de la cual se habría enorgullecido su mamá. Apartó lentamente a Lucrecia, empujando con suavidad su cuerpecito tembloroso,hacia un costado.

"Alejate despacito. No hagas ningún movimiento brusco."

La pequeña obedeció sin atinar a replicar. El terror se reflejaba en sus ojos cafés, normalitos. Con reducidos pasos comenzó a distanciarse de Andrés, En ese preciso instante, los eventos se dispararon. El salvaje animalito dibujó un extraño movimiento en zig-zag y salió como un cohete,elevando sus alas en actitud amenazante. No había tiempo para planes elaborados, fue simple reacción. De una patada rasante, Andrés levantó polvareda para cegar a su atacante y se arrojó sobre su flanco izquierdo. Funcionó bien, pero por poco tiempo; una vez disipada la nube de tierra,se encontró de nuevo frente al plumífero; en un duelo por la supervivencia del mas fuerte, como en el lejano oeste.
Unos metros mas allá, a salvo, Lucrecía miraba con nerviosismo la escena.

"¡Levantante y corré!"-le gritó con voz angustiada

El tero giró el pescuezo y pareció meditar un momento. Como si estuviera sopesando la idea de redirigir su ataque. Andrés interpretó esto mismo y sufrió un espasmo que nunca olvidaría. "¡Va a lastimar a Lucrecia!"
Si algo entiendo de los enamorados, es que pueden volverse muy valientes en una situación que requiera proteger al ser amado; o muy estúpidos, que vendría a ser lo mismo.
Sintiendo que la sangre le subía hasta las mejillas, apretando los dientes y los puños con fuerza, Andrés lanzó un grito de guerra que se oyó por todo el campito, aunque no había nadie para escucharlo, aparte de Lucrecia, e incorporándose de un salto cual resorte, se lanzó en alocada carrera contra su adversario. Podríamos apostar a que el tero no se lo esperaba. Incluso, en su carita emplumada, algo parecido a un gesto de incredulidad se pudo ver por una milésima de segundo. Y sucedió lo inesperado, enfilando hacia unos de sus costados, comenzó a huir del humano que había pasado de perseguido a perseguidor en un parpadeo. Era un cuadro surrealista digno de una comedia. El tero planeando a milímetros del suelo, o corriendo sobre sus finas patitas  de a ratos; y detrás Andrés, cual alma que lleva el diablo. Puedo imaginar a esas dos ridículas figuras atravesando toda la Pampa, persiguiéndose por horas con un sol naranja de fondo, como si estuviera viendo un dibujo animado de la Warner, pero no sucedió eso. Una hondonada invisible, oculta por altos matorrales, se tragó de golpe a ambos.
Despatarrado sobre un colchón de pasto seco, Andrés se quedó mirando al cielo diáfano sobre su cabeza. Respiraba agitado, sudoroso, perdiendo lentamente esa sensación de adrenalina que le recorría el cuerpo.

"Sos un idiota"

En efecto, su voz interior tenía toda la razón.

"Nunca me topé con un idiota de tu calaña"

Su voz interior era un poco agresiva,pensó. Pero entonces recordó que no tenía voces internas y sintió de nuevo el espanto que creía superado.

Se levantó ,quedando sentando, con la sorpresa estampada en la cara,sin poder creer lo que sus ojos y oídos querían trasmitirle.El tero se sacudía las briznas de pasto de las alas mientras le miraba con ojos reprobatorios.

"Mirá que correrme vos a mí. Jah! ¿Pensaste al menos en las consecuencias de eso?"

No respondió,claro. La mandíbula inferior le colgaba impidiéndole articular palabra alguna.

"Hay un orden natural para todas las cosas. El perro mea al árbol, no al revés. Si entendés eso, vas a vivir bien el resto de tus días."

Andrés aclaró como pudo su garganta y reunió todo lo que le restaba de coraje para hacer que las palabras le salieran claras. Sin embargo se tropezó con las sílabas y balbuceó tartamudeando:

"V-vos ha-ha-blás"

El tero alzó las alas y miró al cielo, añadiendo:

"¡Milagro!. El humano tiene algo de inteligencia"

Esto fue lo que más hirió el orgullo de Andrés. Después de haber arriesgado su vida  (según su punto de vista), ese feo animal se mofaba de él.

"¡Callate!. ¡Se supone que los teros no hablan! ¡Es normal que me parezca raro!"

"¡Tampoco es normal que un pichón de humano corra a un tero,pero acá estamos!"

"¡Esa es tu culpa!¡Estabas por atacar a Lucrecia.Tenía que hacer algo!"

"¡Yo estaba protegiendo mi nido! ¿Se supone que tenía que dejarlos pasar así como así?"

"¡Claro! ¡Este campo es de todos!"

"Típico pensamiento de humano"

"¡Callate de una vez!"

Durante largos segundos,se quedaron en silencio. Acomodando sus ideas. Uno frente al otro,como dos gladiadores vencidos que arrojaron ya sus armas.

"Tenés algo de razón. No debería haber atacado a la chica. Pero me pareció que era la estrategia mas efectiva para alejarlos ."

Andrés percibió la sinceridad en su voz. Y entendió. El tero también estaba protegiendo algo querido,así como él. De alguna manera, se habían encontrado atrapados en la misma situación, sin otra opción. no podía culparle por haber actuado como lo hizo.

"Cierto. Yo no debería haber pasado por acá. Fue idea de Lucrecia. Quería tomar un atajo,aunque yo sabía que los de tu especie anidaban por esta zona."

"Ya está. No pasa nada. Es bueno que hayamos aclarado las cosas. Rara vez tenemos la chance de hablar con uno de ustedes. Ya sabés como es."


"Jah.Sí. Ustedes nos persiguen y nosotros corremos. El árbol no puede correr al perro para mearle"

Una sonora carcajada acompañó estas palabras. El tero se tomaba la panza con ambas alitas, y se revolcaba de risa. Era una escena curiosa, como sacada de la cabeza de William Hanna o Joseph Barbera. Cuando terminaron de reír,con lagrimas asomándole en los ojos, Andrés se arrodilló y extendió la mano en conciliador gesto.


"Perdoname por invadir tu casa. Prometo no volver a cruzar por acá"

El tero estrechó la mano que le tendía el niño.

"Te gusta esa humano¿no?"

"Sí,mucho. Es la única chica de la que me he enamorado. La protegería hasta de un tiranosaurio si fuera necesario."

"Ya veo. Tenés algo de tero también.también. Jah. Eso es bueno"

"Gracias. Y vos tenés algo de humano también."

"Mirá,tengo una idea. Si te parece bien.¿Querés oírla?"

Andres asintió con la cabeza efusivamente sin dudarlo.


Pasaron muchos meses. Lucrecia y Andrés continuaban sus largas charlas sobre dinosaurios, pero también hablaban sobre pájaros, un nuevo pasatiempo del que Andrés había contagiado a su novia. Porque ya eran novios oficialmente ¿no lo había dicho?  Claro, después de semejante acto de arrojo, el muchachito perdió toda cobardía y se declaró sin tapujos a su amada doncella de ojos cafés,normalitos. Regresaban todas las tardes del colegio,como de costumbre, pero su paseo ahora duraba veinte minutos mas. Al recorrido usual le agregaron una caminata a través de los terrenos que estaban junto a las vías. Nadie solía usar este camino debido a que era considerado territorio dominado por los teros. A Lucrecia ya no le asustaban como antes. Por alguna razón, cuando su novio la acompañaba, ya no se producía ningún ataque por parte de estos animales. Ni siquiera se avistaban u oían. Solo Andrés sabía de la razón de todo esto; cada tanto podía ver de reojo, un copete asomando tras unos yuyos y los palitos acomodados prolijamente para señalar  la ubicación de los nidos. Los domingos por la mañana no veía a Lucrecia,que asistía con su familia la iglesia.
Aprovechaba estos momentos para ir a sentarse bajo el árbol de mango en el campito,donde escuchaba con fascinación las cómicas anécdotas de su amigo,que le contaba entusiasmado, con lujo de detalles, como  había espantado a los invasores de sus dominios,esa semana.







sábado, 6 de febrero de 2016

Diluvios






Lluvia


"La lluvia arrastra
las lágrimas,
la hojarasca,
las voces,
la noche,
las confesiones,
las luces,
el vino derramado,
la sangre de la herida,
la hiel,
el orín rancio,
la tierra roja,
la cenizas del cigarrillo,
el silencio mundano,
La lluvia,
nosotros,
vos,
yo.
Nos arrastra en torrencial abandono.
Fluyendo hacia el río marrón,
sucio,
turbio.
Flotando con las heces
y la podredumbre
y la basura arrojada
sin culpa.
Basura de los otros,
deshechos ajenos.
Tragamos los despojos
del mundo.
Nos invade a borbotones
las entrañas.
Asco.
De mi,
de nosotros,
de todo.
De la vida cruel,
del cielo encapotado,
de la dicha que envidio,
de la envidia que me carcome.
Asco de la lluvia
de esta noche.
La lluvia que te arrastra.
Nos arrastra.
Pero la lluvia es inocente.
Así como inocente es el río,
de acarrear la miseria
de tantas lluvias particulares.
Vos,
nosotros,
yo,
ellos.
La lluvia arrastra los pronombres.
No son nada mas que iconos
de nuestras almas.
La lluvia.
Lava y ensucia.
La lluvia.
El amor.
Dan vida.
Dan muerte.
Lluvia.
Helada en mis huesos.
Se lleva consigo,
tus besos,
tus manos,
mis días,
hacia el río marrón,
sucio,
infectado,
del mundo imperfecto"




Poeta muerto


 "Escribía sin pensar en nada de lo que le rodeaba en este mundo. Estaba lejos,por encima o por debajo de todo. Pensar era un calvario, que le obligaba a recordar la miseria latente hurgando en su carne, taladrando a través de sus venas intoxicadas. No fecundaba,simplemente, sus ideas en la virginidad de la hoja. Se desangraba en palabras. Cada línea, una herida abierta. Cada estrofa, un pedazo de su carne expuesta ante la mirada indiferente del otro; de sí mismo; porque se aborrecía y aborrecía no poder levar su ancla de ese lecho oscuro que le susurraba horrores. No sabía de otra cosa que no fuera escribir, pues esa era su agonía. Lo único que la vida no le había negado.Cada poema le robaba el aire, las fuerzas; iba astillando su alma como una rama reseca por el sol. Se transformaba en verso, muriendo lentamente en esa irrefrenable necesidad de ser devorado por el resplandor acerino de la pluma. Su cuerpo tornose negra historia,lúgubre testimonio echado a un río de tinta y hiel. Hoy tengo ante mí,su cadáver vivo, que me habla con sus labios sellados,a través de metáforas lejanas. Me habla sin cesar.Me cuenta de sus tristezas.Las que le dan sentido a mi vida. Y me dejo flotar, herido de muerte,corriente abajo de su silencio ensordecedor. Me habla,me habla, insistente. En su lengua única. En su idioma de ultratumba,con cínica burla. Me habla, me grita y aturde. Me habla entre sueños y oprime mis ansias suicidas. Me habla y ata mi esqueleto gris a sus palabras, con un sucio cordel. Me habla y no se detiene.Ahogando mi corazón ,estrangulándolo hasta que de él,solo el polvo queda."





viernes, 5 de febrero de 2016

Escombros



Canguros


"Saltando,saltando.
En la bolsa que cuelga
de mi vientre
hay un espacio vacío
infinito.
Una dimensión
distinta que quiero llenar.
De aquí para allá
"como zapallo en carro"
 
reza el proverbio

popular.
Un canguro nómada
tropezando con
el desperdicio
de las ciudades.
En mi bolsa voy guardando
los vestigios de riqueza.
Saltando,saltando
porque no me enseñaron a caminar.
Saltando porque es
lo único que vi.
Imitación,emulación,
repetición,fabricación
en serie.
Todos vamos en turba
saltando y saltando.
Las bolsas llenas de
mentiras en medio
de la falsa Oceanía."



















Ciudad


"Pasa el carnaval de bocinas
frente al palco mundano
de los rostros insatisfechos.
Canta el coro mugroso
de niños callejeros
una pieza de triste prosa.
Y ríen las bocas pérfidas
de la turba indiferente.
Bailan al compás
de las indignadas viejas
reinas de otros corsos.
Barajan y reparten, uñeando,
los tahúres de elegante levita.
Y perdemos.
Perdemos todo.
Y nos roban.
Nos asaltan a mano armada.
Empuñando sus trucos de feria,
escondiendo ases bajo la manga.
Pasa la oscura procesión
por las venas de la polis.
El cáncer incurable
de las mentes encarceladas.
Que no buscan la libertad
sino privilegios.
Comer de la mano
del rey de turno
y regodearse en
sus gordas celdas
de carne,cerveza y cigarrillo barato.
Pasa el carnaval.
La carroza sin colores
me pisa la cabeza.
Me estalla el cerebro agobiado
de tanta espesa iniquidad.
¡Viva la ciudad feliz!
Con su felicidad de
todo por dos pesos.
Felicidad que venden los
mercaderes del rating
y el sexo,y la comida chatarra.
Soy infeliz, y feliz de esa infelicidad.
No compro,no vendo,
no presto, no reclamo.
me callo, me hundo.
Hundido en el lodo
pero limpio.
Solo asoma mi cabeza partida
como una calabaza
caída de su carro.
Y veo pasar la murga
alegre.
Que pisotea la sapiencia
de Borges y Camus
de Sábato y Comte,
con sus pícaras rimas
y sus bombas de humo.
De humo y alcohol,
y lunfardo monosílabo.
Viva la comunidad
que no me traga
pero me escupe
hacia afuera de todo,
como el carozo molesto
de la aceituna
que nadie pidió
sobre esta masa reseca
de la cual 

todos comen.
¡Viva!"

¡Salud!






Piedra




"Llegaba tarde de trabajar como casi siempre, porque solía quedarme a pensar un rato ,sentado frente a la costa del río. Mis impuestos al menos habían servido para algo práctico: adornar aquel paraje con plazas y bancos de cemento. En el pasado habían quedado esos altos y tenebrosos montes y  matorrales en los que,cuando era niño, me internaba para facilitarme frutas silvestres o lombrices para carnada. Estuve esa noche, cerca de dos horas sentado ahí, sorbiendo una lata de jugo tibio y masticando con tesón una pieza de chipa fría y cuasi sólida. Cuando empezó a soplar ese viento frío desde las inquietas y negras aguas, decidí levantar campamento y volver a casa. Me cargué la mochila con todas mis herramientas al hombro y una bolsa con mercaderías, de las que me había aprovisionado al pasar por el supermercado chino que me quedaba de paso.
Estábamos a mediados de octubre y aunque el clima era caluroso,casi primaveral, por las noches la temperatura en la avenida costera descendía abruptamente y yo odiaba andar cargando abrigos.
Elegí otro camino al habitual,para volver. Esta vez no seguí la avenida sino que subí por una de las escalinatas laterales, bajo el puente aéreo; pronto me encontré caminando por una estrecha callejuela medio oscura. En un momento dado tropiezo y casi me vengo abajo con todas las cosas;de no ser porque tengo reflejos muy desarrollados, no habría podido evitarlo. No hace falta decir que lancé una andanada de imprecaciones al aire y sobre todo a la estúpida piedra que había causado el doloroso tropezón. Es más, dejando la bolsa en el suelo irregular, tomé la roca para lanzarla lo mas lejos posible con bronca, pero algo me detuvo; algo casi ridículo y absurdo. Porque me pareció que habia reconocido esa piedra. Ese pedazo de suelo, medio amarillento, con sus protuberancias, poros,grietas y tierra pegada. ¿Como alguien puede recordar una simple piedra y peor aún, creer que es una, antes vista? Incluso ¿ Cómo alguien podría diferenciar una piedra de otra? Imposible. Me reí como un tarado por haber tenido ese pensamiento descabellado,pero debido a un repentino sentimiento de  misericordia, deposité la piedra en el suelo,en el mismo sitio donde se encontraba , y donde le dí de lleno con el dedo menor del pie derecho.
Apenas retomé la marcha, un agudo sonido me llegó a los oídos,aunque era apenas audible. No le concedí importancia, creyendo que se trataba de voces provenientes de las casas cercanas y continué, pero una vez más -esta vez con mas fuerza- el sonido me llegó. En esta ocasión lo pude distinguir con mayor claridad, se trataba de una voz humana ciertamente, pero imaginé que se dirigían a otra persona, así es que traté de seguir mi camino por segunda o tercera vez.

"¡A vos te hablo!"

Inconfundible. Era una voz y me hablaba a mí.No se veía a nadie mas en los alrededores de la callecita terrada.Miré en todas direcciones,pero nada. Paredes mal revocadas, postes torcidos, arboles de palta y mango, pero ni un alma.

"¡Acá! ¡Acá !"

La voz era clara y parecía proceder de mi propia cabeza. Sin embargo era una voz exterior,ajena a mí. Bajé la mirada hasta mis pies para concentrar toda mi capacidad sensorial solo en los oídos. Entonces lo pude ver.Sí,señores. Ahí estaba. El lomo rugoso, agrietado, con puntitos hundidos como una papa, con la tierra ensuciándole toda la cara; porque era todo cara, nada de cuerpo. Ni hablar de brazos,patas u otras extremidades. Así es. La piedra que me negara a arrojar, me observaba con unos ojos muy grandes para su tamaño, algo desproporcionados,aunque brillaban con esa ternura extorsiva que tienen los cachorritos.

"Hasta que al fin me notaste"-dijo sacudiéndose la tierrita de su cabeza. Del cuerpo entero,porque ya dije que era todo cabeza.

No me gusta extenderme en consideraciones al pie de página, descripciones detalladas y todo eso. Por supuesto que casi me muero de un infarto ante semejante suceso de lo mas sobrenatural. Cualquiera que de golpe se encuentre frente a una roca parlante, oscilaría entre el espanto y la demencia. Por alguna razón,yo me recompuse con rapidez. Por desconocidos motivos,ese cascote de enormes ojos como aceitunas negras, me transmitía algo familiar.

"No vas a dejarme acá para que otro se fracture el pie"- me dijo en su español neutro.

No dialogamos mucho en ese momento. Lo agarré con cuidado y lo metí en la bolsa del chino,sobre unas latas de arvejas y un corte vacuno. Mas tarde,en casa, se quejó largamente porque le había molestado el chirrido que hacía la lata al rozar con él/ella (no lo sabré nunca).

La piedra estuvo conmigo mucho tiempo. Hablábamos de todo un poco. Puede sonar como la crónica de un desvariado que duerme en una habitación con barrotes dentro de una institución mental,pero es la pura verdad. Lo puse a dormir sobre una almohada junto a mi cama, pero mas tardé descubrí, que prefería pasar las noches en la cajita del gato. En fin.
Comíamos juntos.Nah... Yo comía y el comentaba sobre las noticias que pasaban por la tele. Cuando venía algún invitado a casa,se incomodaba un poco. Yo le obligaba a quedarse quietecito sobre un modular, haciéndose pasar por un adorno. Eso le molestaba mucho. Yo le explicaba que no todo el mundo se iba a tomar de forma tan natural su existencia. Incluso yo dudaba de mi equilibrio mental al asumir que su presencia en este universo era algo posible.
Le gustaba el fútbol, las películas románticas, los audiolibros (porque no podía hojear las páginas de un libro en formato físico) y la música punk. Muchas tardes nos la pasabamos al ritmo de Ataque 77, Ska-P, N &SK, 10 Rue d`la Madelaine y otras bandas que estaban en mi lista de reproducción, acompañados de cerveza fría y una picada.
Tras varios años de profunda amistad,algo vino a meter un nuevo factor en esa ecuación que era mi vida. Conocí a Melisa,una hermosa morochita, estudiante de Arte. Melisa pintaba y le gustaba mucho la artesanía;dedicaba muchas tardes a decorar y hacer vasijas, columnas de jardín, jarras y otros ornamentos preciosos.Yo no tardé demasiado en enamorarme . De sus ojos negros,pequeños, su boca que nunca llevaba rouge,de un rosa natural; de sus cabellos cortos y rebeldes. Podía hablar de lo que fuera con ella, todo la entusiasmaba y era capaz de hacer,de la idea mas simple, una extensa y fascinante reflexión. Pasó a ser una relación de amor,pero basada en la admiración mutua,aunque no entendía qué admiraba,  ella de mí. No se lo pregunté demasiadas veces por miedo a que se diera cuenta que yo era quien mas salia ganando.
Una de esas tardes inspiradas,a Melisa se le ocurrió una idea para sorprenderme. Yo lo descubrí recién al llegar del trabajo. Me llevó de la mano hasta el pequeño tallercito que construimos en el fondo de casa. Sobre la mesa de tablones y caballetes estaba,reluciente, la piedra. El/ella, pintada de muchos colores; tenia unos bonitos dibujos tribales, lineas rectas,círculos y soles, o acaso flores . Ella sabía que a mi me gustaba esa piedra por alguna razón extraña y quiso darme un regalo para conmemorar nuestro sexto mes de convivencia.
No consulté con la piedra para saber su opinión.Fue un error. Quizás debí contarle el secreto a Melisa y mostrarle. Pero temía que la piedra se negara a hablar y ella me dejara por considerarme loco.
Fue un error desde el principio no haber aclarado las cosas.
Al día siguiente, muy temprano, un ruido seco me despertó. Tanteé la cama,a mi lado y Melisa no estaba. Se levantada siempre antes que yo y preparaba el desayuno, entonces me pareció normal. Me acomodé en la almohada y volví a escuchar ese golpe seco. Como una maza contra una pared maciza. Me levanté con desgano y caminé hasta el baño.
El espanto de la escena aún hoy me revuelve el estomago.
Melisa yacía boca abajo junto a la pileta, una mancha roja como una flor se hinchaba en el agua que chorreaba de la canilla. Y junto a ella, la roca. Los ojos enormes negros ya no brillaban. Eran de un tono mate,apagado,sin vida.

"No había lugar en esta casa para otra piedra"-Me dijo con un tono siniestro.

Enloquecido de furia,lo arrojé contra la pared. Algunos fragmentos,como esquirlas saltaron,pero no se quebró. Iba a correr a buscar algo para destrozarla definitivamente: un martillo, una pata de cabra,una garrafa. No sabía. Pero Melisa me detuvo con un hilo de voz. Estaba aun con vida. ¡Que suerte!¡Gracias,Dios mio!

"Yo la vi y la oí" -balbuceó

"Tiene razón..."-agregó

Era la tardecita de un 12 de julio. El frío punzonaba el aire. Junto al río se podía sentir todavía mas. Y ahí estaba yo. Sentado en un banco de cemento,con la capucha del abrigo tapándome los ojos y la bufanda hasta la nariz.

"Lo habías notado desde el principio ¿no?"

"Así es"

"Pero no quisiste creer que fuera verdad"

"Así es"

"Bueno. Puedes estar tranquilo sabiendo que no sos el único"

Me volteé a mirarlo/a. La piedra me observaba con sus antiguos ojos enormes brillantes.

"Así es que, ¿no era esa la primea vez que tropezaba con vos?"-Interrogué con cierta incredulidad fingida.

"Efectivamente. Toda tu vida. A los 8 años. Cuando estabas en tercero de secundaria. Cuando conociste a tu primer novia. Te perdías con el tiempo, pero te buscaba. No es fácil para una piedra. Pero siempre conseguía estar en tu camino y vos hacías el resto"


"O sea que estuve tropezando toda mi vida con la misma piedra.Qué cómico."


"El refrán tiene algo de verdad. En parte"


"¿Ah.si?"

"Sí. ahora ya elegiste. ¿Cierto?"


"Cierto. Voy a cambiar de piedra. Me cansé de tropezar siempre con la misma. Nada me asegura que vaya a ser mejor o que me arrepienta en el futuro. Tal vez me duela mas que un dedo chico al tropezar, pero quiero,necesito probar."

"¿El cambio?"

"Así es."

"Me alegro. Acá termina un ciclo. uno tuyo y uno mio.Por fin. A eso estábamos destinados"


"Me alegro mucho"


Era ya de noche cuando abandoné el banco frío a la vera del río. Nadie escuchó. La avenida se encontraba desolada . Una desolación apacible que me entibió el corazón. Y entre el chapoteo del oleaje contra las canoas amarradas,nadie oyó. La piedra se hundió en el fondo negro, con un grito de adiós,ahogado."