lunes, 29 de agosto de 2016

Caminatas







Dicen los especialistas que caminar es una sana actividad. Recorrer un promedio de cinco kilómetros diarios ayuda a fortalecer el corazón, reduce la posibilidad de sufrir enfermedades como asma o diabetes, baja considerablemente los niveles de stress, entre muchos otros beneficios . Claro que eso tendría una mayor relevancia en mi vida si yo no estuviera poseído por esta obsesiva e irrevocable intención de suicidarme cualquiera de estos días. No pregunten el por qué; la vida es una mierda según los depresivos y los pesimistas, o una bendición y una oportunidad de ascender a otro plano,según algunos locos. Yo -en cambio- ejerzo una filosofía de vida muchísimo mas compleja y profunda; de tal magnitud que ni yo mismo la entiendo. Así es que puedo asegurar que no realizo las prolongadas caminatas con el fin de mantener un equilibrio físico ni mental. Después de todo,llevo caminando mas de 10 kilómetros por día desde hace catorce años, o quizás quince, de forma tal que se ha convertido en algo mecánico y natural  como respirar. No hay razones trascendentales detrás; no existe una motivación mística; nada de trastornos compulsivos. Simple y mero capricho nacido en misteriosas circunstancias
No existe nada mas sagrado e inmutable que mi periódica rutina de salir a caminar la ciudad. Nada me detiene de abandonar la cama temprano, calzarme las zapatillas y vagar por más de tres horas sin destino. Ya sea que llueva durante cuarenta días con sus cuarenta noches; descienda la temperatura al punto de congelar el turbulento río Paraná, o el calor sea tan insoportable que me recuerde la insensatez de aquellos míticos diez  hermanos soles  de la China; nada me disuade de realizar mi invariable liturgia.
No hay demasiadas cosas en mis solitarias caminatas que sean dignas de ser contadas , salvo por el incidente peculiar de esa mañana.
Arranqué como todos los días. Me desperté a eso de las siete menos cuarto; me vacié dos tazas de café bien cargado -un delicioso café venezolano que intercambié por un par de porros con Lucho, un artesano hippie con el me cruzo casualmente desde el 2005, y con el que desarrollamos una especie de amistad fundada en el gusto en común por la misma música, las mismas ganas de vivir y la marihuana de dudosa calidad. Salí como siempre, hacia ninguna parte; mi método consiste en dejarme llevar. Voy como una bola de pinball; desviándome cuando me topo con algún obstáculo,  yendo a favor de la gravedad, del viento, de la inclinación del terreno o cualquier factor externo de carácter fortuito.
Ese día,recuerdo, deambulé por las silenciosas callecitas del barrio El Palomar -el jardín sagrado de mi primera infancia-  y cruzando la avenida Rademacher,encaré para el río, calle abajo, tropezando con la piedras salientes de una cortada paralela a Trincheras de San José. Lopez Torres, Marconi, Roque Saenz Peña. Como si estuviera en piloto automático, avanzaba perdido en una nube de imágenes surrealistas, cavilaciones absurdas y sinsentidos existencialistas; fumándome un infumable cigarrillo importado porque no llegaba para el Philip Morris 10; pensando en que tal ese vez sería un buen día y un colectivo internacional salido de control  me pasaría por arriba; sin dolor, sin preámbulos; algo inesperado y carente de cualquier tipo de ceremonia previa. Sería algo genial,pensaba; yo no tengo ni la mas remota intención de lanzarme bajo las ruedas de un bondi -no todavía- , sino que esperaba a que el azar hiciera lo suyo; un golpe de suerte que me apagara súbitamente como un corte de luz imprevisto.  Seguí adelante , embobado, como buscando un pokemon pelotudo en la punta de mis pies, o en las ventanas altas de un departamento coqueto de tres plantas con balcones vidriados.  Bordeo La Placita, tuerzo en Sarmiento, doblo en Triquiñuelas ( siempre me causó gracia esta nombre) y enceguecido por el sol que se izaba implacable sobre el río sucio, me topo con Santa Fe, solo para retomar de nuevo la avenida Saenz Peña. Cubro la costanera en un suspiro -o fue acaso ilusión- hasta encontrarme subiendo por Gobernador Roca con paso plomizo.
Fue a la altura de Urquiza y Aguado, (¿ o fue Areco?), no importa. Lo cierto es que mientras luchaba por quitarme un chicle de la zapatilla ,escucho claramente un automóvil frenando con estrépito a unos cuantos metros delante de mí; apenas con la vista periférica noto una sombra salir del lado del conductor ,rodear el capot y ponerse justo enfrente, de forma tal que me cortaba el paso. Forcejeando todavía con la pastosa goma que se negaba a abandonar el nicho que formaba el dibujo de la suela de mi Nike pirateada, alcé la vista con desgano hasta toparme con el rostro del aquel desconsiderado ciudadano que estaba interrumpiendo mi sagrada actividad.

-¡Hijo de puta! ¡A vos te quería agarrar!

No imaginan mi sorpresa ante semejante comienzo. En seguida me vinieron a la mente esas telenovelas que se quieren hacer las transgresoras con su lenguaje chabacano y sus lugares comunes costumbristas.

-¡Te voy a reventar,sorete!

Lo dicho. Mucho cliché para mi gusto en apenas tres oraciones.

-¡ Hoy vas a morir vos!¡¿Me escuchaste?!

Estaba por aguarle el parlamento confesándole que a mí se me había ocurrido primero esa idea, pero no quise alterarlo aún más, porque...como decirlo. No he revelado algo importante. Y es que dejé fuera de foco , un detalle trascendental: la negra y pesada pistola al final del brazo del tipo, que me apuntaba con su negra boca directo al entrecejo. Omití mencionar este singular objeto para darle mayor dramatismo al relato, puesto que yo no colaboré demasiado con esa reacción que se espera de alguien a quien están apuntando con un arma de fuego . De eso se percató también mi aspirante a verdugo, porque noté como sobrevolaba en sus desorbitados ojos una sombra de incredulidad .

_Vos -dudó un momento- ¡Vos sos el que anda con Alma!

-¿Alma en el sentido "pneumático" de la palabra o en qué sentido?

Su confusión aumentó de manera alarmante.

-¡Alma,mi novia! ¡Vos sos el tipo al que vi hace media hora en un auto con ella,besándose!¡No me tomés de pelotudo!

Recordé aquella creencia popular de que todos tenemos un doble exacto en algún lugar del mundo. Lo que nunca imaginé fue que el mío estuviera tan cerca.

-Hace media hora estaba a la altura de la avenida Corrientes, más o menos ,si no me fallan los cálculos.

Los ojos de mi atacante giraron en sus órbitas como un globo pinchado ,alocadamente. Me sentí un poco culpable de estar echando a  perder su plan vengativo.Decidí ayudarlo un poco porque no soportaba la idea de dar a luz a otro potencial suicida en esta ciudad tan conservadora.

-Decime,flaco. ¿Dónde me dijiste que viste a tu novia con mi dopelganger?

-¿Dopel-qué? ¿Estás tratando de safarte de esto? ¿Me estás cargando hijo de puta?

Su cuerpo se envaró de golpe y luego lo atacó un estertor nervioso que no presagiaba nada divertido.

-Bajá un cambio,loco. Yo no me meto con tu vieja; dejala tranquila a la mía que ya bastante tuvo con haberme engendrado. Y si vas a seguir apuntándome tratá de no mover tanto el brazo que por ahí sale torcido el disparo y me dejás parapléjico.

Pensé que ese sería el golpe del knockout, y que terminaría por pegarme un tiro o por subirse al auto e irse lo más lejos posible, absolutamente indignado. Sin embargo noté que algo había eclosionado en su interior. Para mi sorpresa, bajó el arma y me miró de manera escrutadora.

-¿En serio no sos vos?


-¿Lo dudabas?

-Sos igualito. La misma remera, el pelo...aunque.

-Yo no tengo auto.

-Ese detalle lo acabo de considerar recién ahora.Aparte de que no veo que estés asustado para nada.Eso me hizo dudar.

-Decime,entonces ¿dónde los viste?

-En el motel detrás de la Brigada de Monte XII. Los vi cuando entraban y esperé hasta que salieran para seguirlos.

-Y supongo que los viste salir.

-Bueno...en realidad me descuidé un poco. Yo laburo de temprano  ¿viste?  A las 4 de la mañana me levanto. Me dormí sin querer por un minuto y me pareció escuchar que salía el auto del tipo. Entonces...

-Saliste a buscarlos a tun-tun.

-Bueno...no recordaba bien la marca del auto,solo el color.Y al tipo lo recordaba por algunos rasgos.

-Sos realmente lamentable. Podrías haber asesinado a algún inocente por error.

-Disculpame. En serio. Estuve re mal.

-Nah. No lo decía por mí. A mi me daba igual si me hacías boleta.

Su cara era una película de Pixar con tantos colores y  caricaturescas muecas  de asombro desfilando en ella.

-No te hagas drama. Yo también tuve problemas con mujeres varias veces,y aunque no salí a matar a nadie, quise hacerlo conmigo mismo. Tengo ese impulso auto destructivo que no es para nada recomendable si tenés proyectos a largo plazo.

-Que mal.-me dijo en un tono comprensivo.

-Sí.Realmente una mierda todo, pero ya no me pasa casi. El trastorno distímico hace que al final te acostumbres.

Me observó con una curiosidad creciente, en la seguridad de que se había topado con un loco al cual era mejor dejar ir.

-¿Querés que te cuente la primera vez que me arruinó la vida una mina y me pegué una sobredosis de Rivotril?

-No-No.Gracias.Dejá nomás. Seguro que fue algo jodido.

-¿Tenés una foto de ella?

-¿De mi novia?

Sin esperar a que le respondiera,sacó su celular y me mostró un selfie tomada en un baño de un boliche y me la puso frente a la jeta.

-Hum. Linda mina.Con razón te la quieren serruchar.

-No digas eso,boludo. Mirá que todavía no se me pasa la calentura.

-No te pongas mal.La vida da muchas vueltas. ¿Y hace cuanto tiempo salen juntos?

-Vamos a cumplir un año el próximo mes.

-¿Y por ese lapso de tiempo compartido ibas a quitarle la vida a su amante?

-Bueno. ¡Vos sabés cómo se siente!

-Sí, yo sé, por eso te digo. No importa que te comas veinte años en prisión,pero imaginate la primera plana de los diarios, los noticieros sensacionalistas. ¿No tenés familia vos?

-Si, tengo.

-Bueno. No tenes idea de cómo les ibas a arruinar la vida. Lo tuyo carece de la necesidad de todo análisis, porque es consecuencia de tus propios actos absurdos...pero tu familia,pobre, va a tener que arrastrar un estigma social para siempre . Muy egoísta eso de tu parte.

En este punto exacto me pareció que ya había retrocedido en sus intenciones homicidas de manera innegable.

-Boludo...soy un pelotudo,en serio. Mirá lo que estaba por hacer en la calentura del momento.

-A veces nos tomamos muy en serio las cosas que merecen ser desdeñadas. Antes de mandar al carajo la vida de un desconocido,la tuya y la de toda tu familia, por un asunto banal, fumate un porro y meditalo bien. Un año de noviazgo es una mierda; es nada.

-Y yo que casi te reviento. Me siento re mal ahora.

- No te acongojes. Vivimos a mil y todo lo queremos solucionar a los tiros. Así es la sociedad actual,incapaz de buscarle múltiples salidas a un problema. Considerando que lo tuyo ni siquiera es un problema. Deberías cortar por lo sano y buscarte otra cosa.


Con la cabeza caída sobre el pecho respiraba hondamente, apesadumbrado como si efectivamente hubiera cometido un asesinato.


-No sé...no sé como disculparme,che. ¿Querés que te acerque a alguna parte?Te invito algo.

-No.Dejá. Yo prefiero caminar. Pero haceme un favor...deshacete del arma; te va traer solo problemas. Es más. Dejame que yo la tiro al Mártires cuando llegue allá,porque por ahí te cruzás con tu novia y sentís la tentación de nuevo.

Dudó un instante y finalmente me pasó la pistola tomándola por el cañón.

-Tenés razón. Me enceguecí. Soy medio loco a veces y no me controlo.

-Andá sin cuidado, tomate algo fresco y olvidate del asunto. Lo mejor es que lo charles con ella y decidan qué hacer.La verdad ante todo.

-Sí,eso voy a hacer. Gracias,loco.

-No es nada. Siempre me pasan estas cosas.

El auto se fue lentamente, con una serenidad que reflejaba la de su conductor. Yo me quedé ahí parado un minuto, pensando en que la vida es curiosa algunas veces, sopesando el arma y riendo por dentro.
Reanudé mi marcha tarareando "The beautuful people" mientras blancos nubarrones rasgaban el cielo como cuchillas . Me felicité por haber salvado dos vidas en un día, o tal vez fueron tres o más, aunque no haya sido ni remotamente mi intención. Me reconfortaba el hecho de haber conseguido un arma, que siempre es una opción efectiva por si se me ocurre cumplir con mi siempre postergado cometido. Lo único que lamenté fue que no me hubiera dejado contar la anécdota de la sobredosis de pastillas; estoy seguro que le habría fascinado saber que Alma fue mi primer amor.













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