"Tenía su vieja colección de útiles escolares en varias cajas,apiladas en el altillo. Cada tanto solía bajarla y sacarla de su encierro. Se sentaba en el suelo y repartía los objetos cuidadosamente desordenados sobre la alfombra. Las bolsitas de brillantina, las plastilinas de colores, la boligoma con el hombre rana en su interior, el manual Santillana, el papel glasé, su gorro de granadero para los actos escolares, la tijera de conejo, el forro de papel araña, su cartuchera del cometa Halley. Una noche,en medio de todas sus reliquias apareció algo fuera de lugar: un CD; una pieza anacrónica dentro de su preciada colección. Se preguntó cómo diablos fue a parar allí dentro, pero mas curiosidad le despertó saber qué contenía. Llevó el disco hasta su PC y lo metió en la bandeja. Una interfase pixelada, que le recordaba a los juegos de 8 bits, apareció en la pantalla con una melodía midi de fondo. De golpe,empezaron a desfilar imágenes, como fotografías sucesivas. Se veía sí mismo, a los cinco años, a los seis y siete; eran escenas perdidas en su memoria. Escenas que no aparecían en aquellas fotos pegadas en el álbum familiar, tomadas con la Polaroid de su tío. Eran fragmentos de otros momentos que no merecían ser retratados. El día en que vomitó en medio de la hora de Lengua; la tarde del plantón y la firma en el libro negro por una falsa acusación -cuando lloró desconsoladamente-; el momento en que olvidó su parlamento en el acto del Día de la Raza; la cachetada de Lucía, cuando trató de besarla en el salón de música junto al piano de cola; la mañana en que se orinó en los pantalones encima del colectivo durante el viaje al Jardín botánico por haber tomado demasiado Exquicitrus de naranja. Los pedazos de recuerdos borrados fueron pasando,uno tras otro, como ruinosos vagones de un tren ya fuera de servicio. La última imagen se quedó congelada en el monitor; en ella se veía el rostro risueño de Marisol, con sus mejillas pecosas y sus frenillos cuando sonreía. Hace muchos años se había olvidado de ella, e incluso la había reconocido unos meses atrás, en la cola del supermercado,del brazo con quien -sospechó- era su esposo. En ese momento no sintió nada,mas que una inocente nostalgia,inocua y pasajera; pero viéndola ahora, con sus once años, sus bucles dorados recogidos por un moño azul y sus piernecitas delgadas bajo el guardapolvos tableado, el dolor del rechazo volvió a su pecho como ese nefasto día en el patio trasero de la escuela. Tenía el perfume de ella pegado a sus manos de niño, pues había logrado abrazarla, pero eso fue todo su progreso; Marisol se había sacudido como un pez sacado del agua, librándose de su repentino abrazo. Pero no le pegó, no como lo hizo Lucía tiempo antes. No. Se limitó a mirarlo con lástima. Esa lástima que hiere mas que cualquier sopapo o patada a la entrepierna, mucho más. Le había mirado con desprecio y pena, y ni siquiera se había molestado en decirle el motivo. Eso lo descubrió él mismo, volviendo a casa una tardecita, cuando la vio chapando con Ariel,el abanderado de la escuela. Ahora lo podía recordar con nitidez.Era algo que su cerebro enterró para siempre, o esa creía él. Cuando presenció ese cuadro terrible, solo atinó a dejar caer su mochila y correr. Su padre lo castigó a cintarazos por haber perdido todos sus útiles escolares a causa de una tontería.
Tenía su vieja colección de útiles escolares guardadas en varias cajas apiladas, pero ya no. Yo que soy su amigo, imaginé que había quemado todo cuando me lo contó. Pero me confesó que había vendido las cosas por Mercado Libre. Sus tijeras de conejo, me reveló mas tarde, las había comprado Marisol. El se las había llevado en persona tras intercambiar teléfonos y descubrir que vivían muy cerca. Hoy ya no repite su ritual de contemplar aquellas reliquias del pasado, pero se acuesta con la niña de las pecas y los frenillos, que se ha convertido en una ama de casa con dos hijos y un marido aburrido. Yo no me meto en estos asuntos, pero siento algo de pena por el pobre Ariel.
A veces creo que es mejor deshacerse de las cosas que arrastramos desde la primaria."
No hay comentarios:
Publicar un comentario